SABER DECIR “NO” (y no morir en el intento)

La asertividad es una actitud de autoafirmación y defensa de nuestros derechos personales, que incluye la expresión de nuestros deseos, preferencias, opiniones y necesidades pero al mismo tiempo respetando las de los demás. Dentro de esta capacidad está el saber decir “no”.

Con ella no se pretende logar lo que uno quiera a cualquier coste, ni manipular a los demás. Pero sí establecer límites claros. Por lo tanto, antes de poder ser asertivos, debes conocer cuáles son los límites que tú consideras oportunos en distintas situaciones y con diferentes personas. Esos límites te van a ayudar a: saber cómo actuar, a actuar en congruencia con tus valores, te van a permitir decidir sobre aquellas cosas que están bajo tu control y te ofrecerán cierta seguridad.

Para saber cómo establecerlos sería adecuado que tengas en cuenta cuáles son tus valores y que esos límites estén alineados con el tipo de persona que quieres ser. Es decir debes saber qué defiendes para poder defenderlo y qué estás dispuesto a aceptar y qué no. Algo que, a veces, no es tan obvio y requiere de mucho autoconocimiento.

Las 3 formas que existen para comunicar esos límites son:

  • Agresiva: Supone no respetar los derechos, buscando tener la razón e incluye reproches, ofensas y provocaciones.
  • Pasiva: Supone sumisión y retraimiento. Evitando los enfrentamientos y sin tener en cuenta tus propios intereses.
  • Asertiva: Supone comunicar de forma directa, sin culpabilizar, ni acusar y sin intentar manipular al otro.

Ejemplo: Un amigo te pide ayuda con un trabajo, en ese momento estás atareado y no puedes.

  • Agresiva: “Siempre me pides ayuda a mí y estoy muy hart@. ¿Acaso me tomas por tont@?”
  • Pasiva: “Vale, te ayudo”. Temes que si no lo haces se enfade contigo.
  • Asertiva: “Lo siento, no puedo”. O puedes elaborarla un poco más para que sea algo más empática: “Lo siento mucho, me encantaría ayudarte, pero me viene fatal”.

Ejemplo: Tu pareja llega tarde a la cita que teníais prevista.

  • Agresiva: “Eres un caradura. Cómo te atreves a llegar tan tarde, ¡No te importo!”
  • Pasiva: “Pasa la cena está servida”. Y luego contestas con monosílabos toda la noche (pasivo-agresiva).
  • Asertiva: “Me hubiese gustado que llamaras para avisar que llegarías tarde, para mí es importante, sentir que no te has acordado de nuestra cita me ha hecho entristecerme”

Otras formas de decir no serían:

  • Ganar tiempo: “tengo que pensarlo, después te digo”
  • Técnica del sándwich: Supone decir algo positivo, después la respuesta “negativa” y por último algo positivo de nuevo. Ejemplo: “Agradezco que hayas contado conmigo para ir al concierto de Bisbal, no es un cantante que me guste y no me sentiría cómoda acudiendo, espero que para otro tipo de conciertos vuelvas a contar conmigo porque me lo paso muy bien junt@s”.

Un factor que  a veces hace que no sepamos o no queramos decir “no” es que esa respuesta va acompañada, en muchas ocasiones, de sentimiento de culpabilidad. Evitamos decir no, para no sentir ese malestar. Y es que, a muchos, se nos ha educado en la cultura del servilismo y del cuidar primero de las necesidades de los demás porque si no corremos el riesgo de no ser aprobados. Con lo cual, te invito, a que te des permiso a decir no A PESAR DE la culpa que pueda ir acompañando esa respuesta. Es el coste que quizá tengas que pagar para poder fomentar tu autocuidado.

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